Pequeña historia incompleta...
 

 

Estoy sentado en el piso, junto a un ventanal con vidrios de colores, en la antigua casa de provincia donde vivimos. ¿Cómo pudo haber llegado hasta la Argentina esta guitarrita de carey que más parece pertenecer a Las mil y una noches que a la vida real?

   

  Toco la primera cuerda y, cuando la nota suena, la cuerda desaparece y deja en su lugar una línea movediza donde se va dibujando mi vida.    

  Toco la segunda cuerda y, sobre la línea metálica, me veo cantando con un grupo de saltimbanquis rodeados por el alboroto de unos chicos callejeros.    

  Hago sonar la tercera cuerda y me sumo a una larga columna de gente que se aleja de una dictadura militar y cruza una frontera tras otra hasta comprender que la patria llega tan lejos como nuestro idioma.    

  Toco la cuarta cuerda y sueño que daré la vuelta al mundo llevando un cuaderno vacío donde me encontrarán mis versos.    

  Pulso la quinta cuerda y descubro que el tiempo es un chasquido porque ya soy papá de dos adolescentes
y poeta ambulante en tierras mexicanas.
   

  Uno de estos días voy a atreverme a tocar la sexta...    
     

Dibujos: Manuel Marín